La materia orgánica del suelo, clave en la sostenibilidad y productividad de los sistemas agrarios


La materia orgánica del suelo tiene un papel crucial en el comportamiento físico, químico y biológico del suelo. Por tanto, resulta fundamental preservar y aumentar los niveles de materia orgánica mediante una gestión adecuada de los suelos.

Con el objetivo de ayudar a los agricultores y mejorar el estado de los suelos agrícolas se ha puesto en marcha el proyecto MOSOEX, que persigue el aumento de la materia orgánica mediante la realización de determinadas prácticas agrarias. Bajo la coordinación de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), forman parte del mismo la Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEAC-SV), la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el Centro Superior de Investigación Científicas (CSIC), el Instituto Navarro de Tecnología e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA) y la empresa SOLID FOREST.

El suelo es un ente complejo formado por sólidos, aire, agua y organismos vivos. Todos son importantes, pero sobre ellos destaca la materia orgánica. A pesar de su bajo contenido, la materia orgánica marca el comportamiento del suelo y mitiga sus carencias. Así, esponja el suelo arcilloso favoreciendo su labranza y aireación, mientras que enriquece y cohesiona el suelo arenoso, aumentado su retención de agua. A la vez, constituye una reserva de liberación lenta de nutrientes y reduce su pérdida al aumentar su retención. Pero también mitiga los inconvenientes de los suelos muy ácidos o muy alcalinos y reduce la toxicidad de los contaminantes. No menos importante es su papel en el estímulo de los organismos del suelo que reciclan los nutrientes, esos aliados casi invisibles que labran y airean el suelo como las lombrices, aquellos que incorporan nitrógeno de la atmósfera como las bacterias nitrificantes o los que facilitan la absorción del fósforo como los hongos micorrícicos. Por todos estos beneficios, la materia orgánica resulta clave en la productividad y sostenibilidad de los suelos agrícolas, así como en la lucha contra el cambio climático y la reducción de la erosión. Sin embargo, nuestro clima mediterráneo no favorece su acumulación, pero está en nuestra mano aplicar prácticas agrícolas que contribuyan a su aumento: eliminar o reducir la labranza, retornar al suelo el máximo de residuos de cosecha, usar cultivos cubierta, rotar cultivos o aplicar enmiendas orgánicas. A cambio, obtendremos los importantes beneficios que proporciona la materia orgánica, tanto a corto como a largo plazo, para cada uno en particular y para todos en conjunto.

La materia orgánica del suelo se define como todo componente orgánico del suelo en diferente grado de descomposición. Por tanto, dentro de esta definición se engloban tanto los tejidos de plantas y animales como los microorganismos vivos del suelo. La materia orgánica es una propiedad clave en el funcionamiento y productividad de los suelos agrícolas debido al elevado número de procesos en los que participa y a los beneficios que aporta. Estos beneficios se pueden clasificar en físicos, químicos y biológicos. Así, por ejemplo, en cuanto a los beneficios físicos, la materia orgánica mejora la estructura del suelo mediante la formación de agregados estables. Este efecto positivo en la estructura del suelo tiene un impacto directo en la mejora de la capacidad de los suelos para infiltrar y retener agua, así como para resistir la erosión. En cuanto a los beneficios químicos, la materia orgánica constituye una importante reserva de nutrientes, favoreciendo la fertilidad natural del suelo. Así, durante el proceso de mineralización de la materia orgánica se liberan nutrientes esenciales para las plantas. Además, la materia orgánica mejora la capacidad de retención de estos nutrientes en el suelo, reduciendo las pérdidas por lavado. Por último, la materia orgánica tiene un impacto directo en la actividad biológica de los suelos ya que ésta sirve de alimento para los organismos que habitan en el suelo. Además, se ha relacionado la presencia de niveles altos de materia orgánica con una mayor diversidad de organismos en los suelos.

Todos estos beneficios tienen un impacto directo en la aptitud agrícola de los suelos. Existe una relación directa entre la cantidad de materia orgánica de un suelo y su capacidad para producir alimentos. Además, el aumento de los niveles de materia orgánica no solo tiene un impacto positivo en la producción de alimentos sino también en la calidad ambiental. El aumento de la materia orgánica de los suelos favorece la mitigación del cambio climático mediante la reducción de la concentración de gases de efecto invernadero de la atmósfera. Durante su crecimiento, las plantas fijan dióxido de carbono (principal gas de efecto invernadero), que incorporan a sus tejidos en forma de carbono. Una vez acaba el ciclo del cultivo, parte de los tejidos vegetales pasarán al suelo en forma de residuos de cosecha y, por tanto, el carbono previamente fijado en los tejidos pasará a formar parte de la materia orgánica del suelo. Aunque una parte del carbono regresa posteriormente a la atmósfera, el suelo es capaz de retener cantidades importantes de dióxido de carbono de la atmósfera en forma de materia orgánica, proceso que se conoce como secuestro de carbono. Por tanto, teniendo en cuenta el impacto que tiene la materia orgánica en la productividad agrícola y en la calidad ambiental, resulta fundamental adoptar prácticas de manejo agrícola que favorezcan el aporte de materiales orgánicos al suelo y reduzcan su pérdida. Así, por ejemplo, si eliminamos o reducimos la labranza, dejamos la totalidad o parte de los residuos de cosecha en la superficie del suelo, establecemos cultivos cubierta durante la fase de barbecho, o potenciamos las rotaciones de cultivo, favoreceremos la acumulación de materia orgánica en nuestros suelos. También, la aplicación directa de residuos orgánicos de origen animal o vegetal en nuestros suelos tendrá un impacto positivo a la hora de aumentar los niveles de materia orgánica.

Por tanto, la materia orgánica es una propiedad clave en el funcionamiento de nuestros suelos con beneficios no solo en la producción de alimentos sino también en la mitigación de problemas ambientales actuales.



El proyecto MOSOEX es un grupo operativo financiado en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020 por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural-FEADER y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación; al 80% por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural - FEADER y al 20% por fondos de la Administración General del Estado, con un presupuesto total de 471.296,09 euros. El organismo responsable del contenido es el grupo operativo MOSOEX, y la autoridad de gestión es la Dirección General de Desarrollo Rural, Innovación y Formación Agroalimentaria (D.G.D. RIFA)

Imagen: Financiación

Financiáción del proyecto

El 12 de marzo de 2019 se publicó en el «Boletín Oficial del Estado» el extracto de la Resolución de 26 de febrero de 2019, del Fondo Español de Garantía Agraria, O. A. (FEGA) por la que se convocan ayudas para la concesión de subvenciones a la ejecución de proyectos de innovación de interés general por grupos operativos de la Asociación Europea para la Innovación en materia de productividad y sostenibilidad agrícolas (AEI-Agri), en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020, para el año 2019. En base a dicha convocatoria el grupo operativo «MOSOEX» recibe una subvención de 471.296,09 € cofinanciada al 80% por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y al 20% por fondos de la Administración General del Estado.


Autoría:

  • Jorge Álvaro-Fuentes (CSIC)
  • Chiquinquirá Hontoria Fernández (UPM)

Enlaces de interés

Palabras clave

Materia orgánica del suelo; productividad del suelo; cambio climático; prácticas agrícolas, enmiendas orgánicas

Imágenes

Imagen: C. Hontoria Imagen: C. Hontoria

Imagen: C. Hontoria Imagen: J. Álvaro-Fuentes

Imagen: C. Hontoria Imagen: C. J. Álvaro-Fuentes

Fecha de publicación:

11 de mayo de 2020